
esa vez unos reflejos de sol le daban en la cara, hacian resplandecer su perfil. era temprano en la mañana, y ella no podía hacer nada más que mirarlo y amarlo. mientras pasaba los dedos por su pecho y este subía y bajaba rapidamente, su mismo corazón tambien latía desbordado. los brazos al rededor de ella, con cuidado, sin apretarla. su olor era como un extasis. la pereza de moverse la invadía cada vez más; sólo quería quedarse ahí para siempre. sabía que tenía que irse en un rato, siempre tenían nada más que unas pocas horas. no quería moverse de su lado, salir de ese exquisito sopor que los rodeaba.
lo miró a los ojos y una vez más comprobó que era el amor de su vida. besó sus pómulos y la punta de su nariz, luego un hombro y una mano. era una de esos momentos en que le daban ganas de gritarle a todo el mundo aquello; sentía su pecho hinchado de emoción y felicidad... amor.
era maravilloso, pensaba. nada en el mundo podría ser mejor. incluso si las circunstancias fueran mejores, el momento era perfecto hasta en el último detalle.
y ahora le duele recordar. extraña inmensamente el calor de su cuerpo, el tacto del mismo. el olor, el sabor.
y luego piensa. será un recuerdo, o será su imaginación? en estos momentos ni siquiera sabe si alguna vez fue tan feliz. pero le gusta pensar que si, que si lo fue, que si lo es.
y es dificil saber si lo es, ya que de todas formas él no está, el sol no lo ilumina angelicalmente, el extasis no está y los pajaritos no cantan en su ventana.
qué mañana aquella. qué no daría por volver a vivirla, por no tener que simplemente conformarse con recordarla todos los días. como esas hubo un par... pero nunca es suficiente.
ella recordaba sus besos perfectos, sus caricias perfectas, sus brazos perfectos, su espalda perfecta, perfectamente, tan intensamente que podía perderse horas en él.
esa misma mañana, ella sintió envidia luego de irse. envidia hasta de la última particula de aire que osara rozar su cuerpo. envidia de sus sábanas.
chau.
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