viernes, noviembre 23

La Belleza.

El suicidio, la humillación voluntaria, la ofensa, la traición,
los dioses que soplan en la hoguera de las brujas inocentes,
las pesadillas pobladas de mujeres perfectas y manzanas podridas,
los tarros de basura frente al hospital, las cicatrices ocultas
entre los cabellos de la estrella de cine que se niega a envejecer,
las puertas de la iglesia cerradas con candados al caer la noche,
el gran teatro fúnebre de los militares con banderas,
salvas y medallas,
las antecámaras de los ministerios llenas de jubilados
rumiando queso,
los gritos de la señora histérica destrozando a
dentelladas una almohada,
la cuenca del tuerto donde ha venido a refugiarse
una abeja,
el avión de pasajeros cayendo del cielo como una
hoja seca,
la asombrosa ferocidad del violador cuando destroza
un himen,
las sombras que revelan la impermanencia de cada
cuerpo,
el día que va muriendo en mi piel como una flor que se
deshoja,
y esas estrellas falsas y esos estafadores capaces de
vender un río
y a medianoche entre los cardos del jardín abandonado
la rata inmóvil mirando hacia la luna.
Si, del terror a lo desconocido extraigo la belleza
y también de las fosas donde se pudren los desaparecidos:
sus heridas parecen rosas y libros sagrados sus pieles
resecas.
La moral y la piedad van por distintos caminos.
Por el sendero de la belleza avanzamos sin fijarnos en
las espinas,
porque cada catástrofe otorga lo sublime.
Alejandro Jodorowsky.

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